La lluvia hace distintos los días y las cartas recibidas también. La tarde de ayer fue inesperadamente húmeda para Monterrey y mis planes, como casi todos los planes que trazamos, no se llevaron a cabo. Norten iba a dictar una conferencia que atendería, iba a cenar con Meli y Koral y para rematar me esperaban Moi y su banda para escucharlos en el bar donde tocan. Pero ni el peinado, ni las intenciones me alcanzaron para lograr salir de mi casa, primero Diana me advirtió que llovía en el centro de la ciudad y que el trafico estaba peor que de costumbre, Star me escribió que se había puesto horrible después de la lluvia que acababa de terminar, Chino se asomo por la ventana de su oficina para confirmar lo denso del trafico en la carretera Miguel Alemán y darme recomendaciones, mi papa me hablo a la casa para decirme que el y mi mama venían en camino, pero que habían parado para esperar que la lluvia intensa aminorara, y después de esto decidí no salir. Cene y me puse a revisar las cajas que el jueves había recogido de imprevisto en Garcia, pues termine de vaciar la casa para que tuviera otros inquilinos. En ellas encontré las cartas que Laura y yo nos enviamos durante años, la mas antigua debe estar fechada por ahi de 1987 u 88. En sobres de distintos tamaños y colores me enviaba cartas escritas a mano donde me relataba anécdotas de lo mas cotidiano. Siempre con la misma despedida, firma y petición, comunicación que hoy continua pero a través del chat y de correos electrónicos que no he conservado. Lo digital nunca va a tener esa poesía de lo único, de lo artesanal que era escribir en una hoja en blanco, meterla en un sobre, pegar las estampillas y depositar en un buzón. La sensación que tuve hoy al abrir cada uno de los sobres y desdoblar las hojas amarillas empalmadas representa lo que aprecio esta amistad inigualable, trabajada a la distancia durante muchos años con excepcionales momentos compartidos. Los días en que recibía alguna de esas cartas se volvían distintos, recuerdo la emoción que me daba abrir el sobre y comenzar a leer, las leí muchas veces al recibirlas y las guarde, para que mucho tiempo después me recordaran lo que fue. Voy a escribir algunas cartas, para acortar distancias y volverles distintos los días a los destinatarios con una lluvia de palabras como la que hoy tuve, igual de intensa que la que ocurría en mi ciudad y que inundo a los que la recibimos sin paraguas.
De tormenta, penélope
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