sábado, 28 de marzo de 2009

Estar enferma


Hoy, particularmente hoy, me pego con fuerza estar enferma. Estoy a casi nada de cumplir una semana crónicamente resfriada. Y para rematar hoy me empezó a doler la garganta. Entre el aire acondicionado, los cuarenta grados de temperatura, mios y de Monterrey, los kleenex que compro a diario en Benavides, el dolor de cabeza continuo y las malas noches, me pregunto que me voy a tener que tomar mañana para ayudarles en la batalla a mis glóbulos blancos que no se dan abasto. No se que le pasa a mi sistema respiratorio, pero ya no me deja tranquila, fumar Marlboros cada que necesito es imposible por ahora. Hace poco y sin estar enferma leí un ensayo de Virginia Woolf, On Being Ill, donde escribió: "cuando las luces de la salud se apagan, emerjen países aun sin descubrir...este monstruo -el cuerpo-, este milagro -su dolor- pronto nos hacen aguzarnos hacia los arrebatos de la filosofía...nos arrastramos y las palabras emiten su fragancia. La imprudencia es una de las propiedades de la enfermedad, y precisamente imprudencia es lo que necesitamos para leer a Shakespeare...la enfermedad no deja mas que a Shakespeare y a uno mismo...las barreras se derrumban, los nudos se alisan, el cerebro replica y retumba...". Los cuentos de Murakami me han estado perfumando desde ayer, que estoy conmigo misma en medio de esta tristeza deprimente y melancólica que me pone mas imprudente que de costumbre.

domingo, 22 de marzo de 2009

Bibliotecas


Cuando estudiaba arquitectura y terminaba de atender las clases alrededor del mediodía, bajaba las escaleras de uno de los edificios de la facultad y entraba en la biblioteca. Dejaba mis planos y la mochila en la entrada y recorría los pasillos. Leía los lomos, sacaba alguno de los libros, lo hojeaba y lo devolvía en su lugar. Escogía unos cuantos y los llevaba a la mesa, los conocía mientras mis compañeros estaban en el pasillo principal de la escuela pasando el tiempo o ya estaban en sus casas. No me gustaba mucho el área de la biblioteca, pero aun así pasaba ahí al menos una hora diaria. Creo que en aquellos días muy pocas personas se enteraron de esto. Yo sentía que si no pasaba mi tiempo de rutina conociendo esos libros que me llamaban la atención, mi día en la escuela no estaba completo. Conocí otras bibliotecas como la Magna, la capilla Alfonsina, la de Filosofía y Letras, incluso la de la UDEM, por diversas razones, y fue cuando me di cuenta de la escasa bibliografía con la que contamos en esta ciudad. En la mayoría de las ocasiones hay una sola copia de los libros, en mal estado o incompleta, así que fui adquiriendo la costumbre de comprar libros. Libros de arquitectura al principio, pero que poco a poco fui complementando con novelas y algunas rarezas. Duermo rodeada de libros, están sobre la mesa de noche, en el piso, en la cama. Por curiosidad los conté y son 29 sobre la mesa en la que tengo la computadora, Gomorra de Roberto Saviano en el suelo, La Caza del Carnero Salvaje de Haruki Murakami en la cama y 26 en la mesita de noche. 57 mundos a los que entro y salgo sin moverme. Los que tratan sobre arquitectura los escribieron Peter Zumthor, Rem Koolhaas y Renato De Fusco. Hay algunos de filosofía escritos por Platón, San Agustín y George Steiner, pero los que predominan son novelas de Pamuk, Saramago, Murakami, Virginia Woolf, Alberto Camus, Cortazar, Bolaño y Umberto Eco, junto a los textos de Borges, de Monsiváis, los cuentos de Juan Villoro, un guion de Pedro Almodóvar, las crónicas de Salvador Novo y recomendaciones de Harold Bloom. A lo que iba es que conocí la biblioteca José Vasconcelos hace una semana. Me sorprendieron su escala y su luminosidad, su acervo y los escasos lectores. Cuando fui hace meses a la oficina de Kalach y me entere que les había pegado anímicamente que la biblioteca recién inaugurada se cerrara para hacerle composturas tuve solidariamente un desanimo como el del diseñador y su equipo. Ahora que la experimente me encantaría compartirle mi apreciación del edificio y una palmada por el acertado proyecto en el que participo. Envidio a la banda chilanga que puede ir en domingo a pasar la mañana ahí. En Monterrey deberíamos alzar altos vuelos como este. Mientras nos decidimos, este domingo lo transcurro entre mis escasos libros, esperando que en mi ciudad emulemos espacios para suspender esqueletos de ballena tatuados y los Starbuscks dejen de reproducirse con todo y los lectores de Stephenie Meyer. Alberto gracias por el granito de arena.

domingo, 8 de marzo de 2009

(sentirse) WONDERFUL + revolucionaria


Con la luna en cuarto menguante comí sentada en una silla de madera que cruje. El silencio de la noche me mostró las sombras nítidas y difusas de las hojas del árbol dibujadas y ondulantes sobre la lamina acanalada. El auto inquietamente solitario e inmóvil brillaba sin que nadie lo notara. Luces se movían y desplazaban en la transitada calle. Apoye el plato rosa en la mesa junto a la servilleta verde. Pensé: me gusta estar sola pensando que me gusta estar sola cenando carne con papas y rajas con queso y tomando Coca-Cola regular en este vaso grande azul de plástico. Comer mirando la reja, la enredadera, la grava, mi reflejo en el vidrio de la ventana decidiendo que porción tomar del plato para subirla al tenedor, y también ver y reparar, como me mostraron toda la semana, mientras transcurren nueve u once minutos antes de tomar un cerillo, frotarlo contra la caja, llevarlo encendido a la punta del cigarro Marlboro blanco que sostengo con los labios y que saque segundo en el día (ahora convertido en noche) de la cajetilla suave que odio, pero que compro dos pesos mas cara en el servicar de la esquina de Golfo de México y Miguel Alemán por mi recurrente y nefasta comodidad de chofer. Y sentir Wonderful, nadie ha hecho esto antes. Soy tan, tan revolucionaria por estar pensado como si estuviera maquilando una novela sobre lo maravilloso.

sábado, 7 de marzo de 2009

ESFUERZOS


Tengo un instinto optimista que rompe con las fuerzas que siento. El tiempo ha buscado lo mismo y el movimiento me ha perseguido. Los mundos se han inventado, las luces se han tamizado, los rostros han avanzado. Donde hubo calor, donde hubo frío, donde guardo, la vida increíble y sutil se ha involucrado. El pie se quito el zapato y dejo de empujar el pedal, se postro en el polvo que acaba de caer sobre la banqueta. El sol que me sigue, esta inesperado y mi alma encuentra sin buscar. Quien sabe? Ahí ando...