domingo, 8 de marzo de 2009

(sentirse) WONDERFUL + revolucionaria


Con la luna en cuarto menguante comí sentada en una silla de madera que cruje. El silencio de la noche me mostró las sombras nítidas y difusas de las hojas del árbol dibujadas y ondulantes sobre la lamina acanalada. El auto inquietamente solitario e inmóvil brillaba sin que nadie lo notara. Luces se movían y desplazaban en la transitada calle. Apoye el plato rosa en la mesa junto a la servilleta verde. Pensé: me gusta estar sola pensando que me gusta estar sola cenando carne con papas y rajas con queso y tomando Coca-Cola regular en este vaso grande azul de plástico. Comer mirando la reja, la enredadera, la grava, mi reflejo en el vidrio de la ventana decidiendo que porción tomar del plato para subirla al tenedor, y también ver y reparar, como me mostraron toda la semana, mientras transcurren nueve u once minutos antes de tomar un cerillo, frotarlo contra la caja, llevarlo encendido a la punta del cigarro Marlboro blanco que sostengo con los labios y que saque segundo en el día (ahora convertido en noche) de la cajetilla suave que odio, pero que compro dos pesos mas cara en el servicar de la esquina de Golfo de México y Miguel Alemán por mi recurrente y nefasta comodidad de chofer. Y sentir Wonderful, nadie ha hecho esto antes. Soy tan, tan revolucionaria por estar pensado como si estuviera maquilando una novela sobre lo maravilloso.

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