lunes, 25 de enero de 2016

carta de amor


Había una vez una profesora de Teoría Aplicada a la Arquitectura que quería recibir una carta de amor. El inicio del semestre Enero—Julio 2016 en la Universidad Autónoma de Nuevo León la llena de optimismo conflictivo. El rush de la primera sesión: alumnos con sus mejores prendas, el entusiasmo renovado, las promesas de dedicación, interés, compromiso; y el estrés de alrededor de trescientos discípulos que atender.

—Vamos a hacer un grupo de Facebook para estar comunicados, se llama EJ2016 La ciudad vivida, ya saben que la plataforma NEXUS tiene algunas caídas intempestivas y sé que están conectados casi todo el tiempo. Las diez y seis semanas de clases vamos a dedicarlas a hacer un retrato de Monterrey. Para la próxima sesión quiero que escriban un texto donde me narren la experiencia de habitarla. Después, van a hacer un dibujo que ilustre el texto. Luego, tienen que esforzarse y pasar de usuarios a investigadores: van a hacer un inventario de sistemas, elementos y unidades urbano—arquitectónicas de la forma, del ornato y de la estructura de la ciudad. Ahora no entienden bien lo que les pido, tengan paciencia, se va a aclarar el panorama. Voy a contarles algo: hay un escritor turco que se llama Orhan Pamuk. Me enteré de su existencia porque le otorgaron el Premio Nobel de Literatura en 2006 y en su biografía se menciona que dejó la escuela de Arquitectura para ser novelista. Que raro, ¿no? Bueno, encontré una reseña del documental Innocence of Memories, basado en su novela El museo de la inocencia. Dice ahí que concibió al mismo tiempo la novela y el museo que construyó en Estambul. Su sueño era abrir el museo el mismo día en que la novela fuera publicada, pero terminó primero el libro. Más adelante compró la primera pieza de la colección, un edificio de 120 años en Çukurcuma en donde albergar el museo. Yo también he pensado que la literatura y la arquitectura están muy cerca. 

Este invierno me sucedieron dos cosas que me perturbaron. La primera es que leí la novela Bonsái que escribió Alejandro Zambra. Es un libro que aparenta simplicidad, pero después de releerlo me di cuenta que tiene capas. Y pensé, es como un edificio. Es la historia de Emilia y Julio, “Al final ella muere y él se queda solo…”, esta es la primera frase del libro; también es una lista de los pololos de Emilia, “El cuarto es Emilio”; además se da cuenta de la iniciación sexual de Julio, pactada con su prima Isadora; por otro lado es una historia liviana que se pone pesada, “dos estudiantes aficionados a la verdad… y a encerrarse en la violenta complacencia”; es sobre la costumbre de leer en voz alta antes de follar; es también sobre el azar que afecta a una pareja; sobre la ruptura con Proust y quedarse en la página 372 de Por el camino de Swann; es sobre un incidente que separa a dos amigas y su reencuentro; es sobre el idilio posterior de Julio con María que inicia por dos botellas de vino y la primer mentira que le hace a ella; es sobre escribir novelas innecesarias; es sobre hacer un bonsái; es sobre “la primera noche en el mundo con Emilia muerta”; y es incluso sobre enterarse del suicidio de “la única mujer que realmente ha amado” y un viaje largo en taxi, sin música.




La segunda cosa, que todavía no termina y me sigue perturbando, es la lectura de la novela más reciente de Pamuk, Una sensación extraña. Es un retrato de la ciudad de Estambul, pero desde el punto de vista de un vendedor callejero llamado Mevlut Karatas. O sea, es el mismo ejercicio de su libro Estambul: ciudad y recuerdos, pero narrado por otros personajes. La primera sesión leí hasta la página 68 [inserte aquí un breve comentario de lo leído].




La lectura de la arquitectura es una ambición que logramos más ampliamente quienes hemos sido formados en la conciencia del tiempo y el espacio. El mundo es la materia prima que se modela constantemente. Entonces me suena más y más armónica la idea que una novela y un edificio o una ciudad son más o menos lo mismo. Son desde luego una carta de amor y, ¿qué es una carta de amor? sino la construcción de un mundo que habitar.