lunes, 11 de mayo de 2009

EN AUTO

Estacionaste el auto en la acera del parque. Muy cerca de donde por primera vez dentro de otro auto me tocaste casi hasta el amanecer, después de tu aburrida y familiar fiesta de cumpleaños. Recorrimos kilómetros andando en ese auto que te prestaban para acercarme a mi casa, cuando a dos cuadras y media de llegar a ella apagaste el motor y te prendiste de mí. Siempre en momentos importantes estuvimos adentro de un auto, así que estaba feliz cuando te estacionaste en la acera del parque. Sin voltearme a ver comenzaste un monólogo sobre lo que sentías y sobre acciones que habías hecho. Yo te escuchaba feliz, sin escucharte, sintiéndome adentro de un auto contigo. Como en aquel estacionamiento donde quedamos de frente a un muro de block aparente, después de que me buscaste en la facultad y en otro monólogo me dijiste que ya no soportabas que otros me vieran y me tocaran y que jugaran conmigo, que estabas celoso. Ahí empecé a construirte, con latidos que, por una razón que sigo buscando, te dedicaba. Hablaste después de estacionarte en la acera del parque, de lo que te significaba, de quien soy y lo que te había dado sin reservas desde hacia tanto tiempo, para ser exactos desde que comenzamos a subirnos y viajar juntos en auto. Conducías por grandes avenidas con mi mano sobre la tuya que tomaba la palanca de cambios. Así fue para mí, esperar tus movimientos para el cambio de velocidad. Tus frenazos, vueltas a la izquierda, altos totales, arrancones. Y tus estacionadas. Nunca llegué a mi casa sin tus huellas digitales en el cuerpo que me dejabas impregnadas junto con tu olor en mi nariz. Embriagada me bajaba del auto. Viendo el parque me decías que algunas veces después de salirme de tu auto no ibas inmediatamente de regreso a tu casa. Yo, después de bajarme, subía a mi recámara y recordaba lo que había pasado contigo, como nos habíamos bañado en la regadera de tu casa, me había secado sobre tu cama y juntos en una erótica atmósfera fuimos a ver Toy Story en el Río 70. No me imaginaba que podrías querer más después de mí, cuando manejabas solo a los ojos de los demás, pero acompañado de mi lengua que te recorrió rincones salados y dulces. Vivía en un cielo azul claro, contigo. La lluvia empezó un día de invierno que no podías pasar a buscarme a la estación del metro, pues no tenías el auto, así que tomé el primero que estuvo dispuesto a recogerme, era un Tsuru pintado de verde con blanco, que enfiló a mi casa. Me bajé y después de subir a mi cama no tenía recuerdos que recordar. Fue entonces que me diste, junto a la acera del parque, recuerdos de ese día que bajo la misma lluvia que me mojaba, manejaste para dirigirte hacia otra, sin saber, según tú porque, recuerdos que me golpeaban mientras simultáneamente pensaba en los vidrios del auto que habíamos empañado la nublada madrugada anterior a esa lluvia, cuando nos salimos del retorno de un paso a desnivel de la carretera hacia un baldío, en el que estacionaste el auto bajo un árbol que lo cubría, y me senté sobre ti en el asiento trasero vigilando si alguien se acercaba. La acera desapareció, el parque desapareció, el auto desapareció, yo desaparecí, solo tu voz fuerte, clara y potente me construía con palabras, a mi esto ya no me importa, no sé desde hace cuanto. A mí si, pero dije que no, y no quería estar más en autos estacionados, ya no podrías llevarme, ni traerme, ni subirme, ni bajarme. Así que te pedí que encendieras la marcha y sin preguntarme condujiste hasta atravesar las cortinas de la cochera del motel, donde me tuviste por última vez enamorada de ti, descargando en mí, tus lágrimas, tu semen, tu culpa, tu sudor, tu silencio, tu amor. Me hiciste un recorrido final y me bajé. Los viajes no fueron más contigo, nunca hemos estado en auto otra vez.

2 comentarios:

  1. En un objeto similar al tuyo vivi sentimientos similares al tuyo, con un final similar, acaso el problema es del auto, o que los caminos de cada persona tienen una direccion unica, siento que solo andamos de "ray en ray" solo nos acercan los que nos suben y claro, el transporte publico, jejejee. Extraño ir en auto blanco, aunque el transporte publico me da la libertad de subirme en el que sea.

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  2. Tal vez haya que verse de frente en el amor, para después mirar hacia el mismo horizonte... como nosotros! Ich liebe dich CKDI

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