Mi línea de investigación[1] aborda la manifestación de la cultura en la arquitectura y en particular la presencia de lo islámico en los edificios y las ciudades. Aun y cuando se anuncia radical la presencia de un trasfondo árabe en la arquitectura norestense, la materialidad de la ciudad de Monterrey valida la hipótesis con contundencia como lo demostraré más adelante.
Este ensayo tiene como objetivo plantear algunas consideraciones para una lectura directa decodificadora de la evidencia velada para miradas inexpertas y a su vez fomentar la exploración de éste trasfondo en proyectos arquitectónicos para alejarnos de la quimera de que la investigación arquitectónica no tiene utilidad práctica.
Durante el desarrollo del trabajo de gabinete que realicé para el Programa General de Catalogación Estratégica de los Monumentos, Edificios y Sitios del Estado de Nuevo León[2], integramos a las fichas de registro datos extraídos de una lectura arquicultural del edificio: una clarificadora propuesta de clasificación de los edificios[3] y la delimitación del contexto histórico del inmueble. Esta información, que se encuentra materializada en la configuración de los componentes básicos de los edificios analizados, proporciona el código del trasfondo cultural que anima la personalidad del inmueble, es decir, la influencia presente en el objeto, en particular en la exterioridad o parte pública del mismo.
Después de hacer recorridos a pié en el primer cuadro de la ciudad de Monterrey es que surgen algunas cuestiones: ¿Hay una sistematización en los análisis de la arquitectura? ¿Los tratadistas proponen modelos de lectura arquitectónica? ¿Cómo se manifiestan cada uno de los grupos culturales regionales en la materialidad de los edificios? ¿A que influencias está sometida actualmente la producción de inmuebles en la región noreste del país? ¿Cómo identifico la presencia islámica en un edificio de Monterrey? ¿Se pueden ampliar las posibilidades de exploración en el diseño arquitectónico a partir de la apreciación de las diferentes manifestaciones culturales de la región?
El estudio de la arquitectura se desarrolla principalmente haciendo una lectura y clasificación del edificio según su estilo, enfoque que enmarca al objeto arquitectónico como objeto estético. Bruno Zevi menciona que “los tratados y las teorías se encuentran en un sector periférico y extraño de la historiografía artística, por la sencilla razón de que los historiadores del arte no se ocupan de estudiar la arquitectura al no entender su complejidad”[4]. Por ésta circunstancia y en la mayoría de los casos, “la actividad arquitectónica se ha venido desarrollando empíricamente, acentuando unas veces el aspecto utilitario y técnico, otras el formal”. Ésta situación ha generado una tendencia para el estudio de la arquitectura, donde las aportaciones teóricas se han establecido en su gran mayoría de disciplinas como la estética, el arte, la psicología, la antropología, entre otras, demostrando que los arquitectos incluso en la actualidad, tienen fuerte desinterés hacia la reflexión de su actividad.
La necesidad de ampliar la lectura reduccionista del estilo, fue tomando fuerza al establecerse aportaciones como la de Amos Rappoport quien considera que “la arquitectura es el resultado de la interacción de fuerzas socioculturales como determinantes y factores físicos y causales como modificantes”[5] y lo ejemplifica en edificios vernáculos, a los que examina como el ambiente físico donde se desarrolla el hombre; otro discurso de finales de los setentas lo establecieron Robert Venturi, Steven Izenour y Denise Scott Brown, quienes consideraron a la arquitectura como “analogía, símbolo e imagen, como comunicación, como una iconología continuadora que se da en lo popular de nuestro entorno como las páginas de The New Yorker o los superpaneles electrónicos de Houston”[6].
Las aportaciones teóricas de los setentas comienzan a delinear el estudio integral del objeto arquitectónico, al no poder solamente entenderlo como objeto estético, sino ampliando su apreciación a objeto cultural. El Dr. Armando Vicente Flores Salazar considera que “la arquitectura produce objetos culturales determinados por la técnica, la economía, la educación, las tradiciones y las costumbres de un marco cultural”[7], desde ésta perspectiva, toda manifestación arquitectónica adquiere un mismo criterio de estudio, y se considera indistinta su influencia y/o clasificación, es decir, clásica, gótica, vernácula, académica, civil, religiosa, pues un edificio tiene implícitos seis componentes básicos que pueden ser leídos arquiculturalmente.
Revisando algunos los tratados como “La arquitectura fenómeno de transición: las tres edades del espacio en arquitectura”[8], “The structural basis of architecture”[9], “Saber ver la arquitectura”[10], “Las siete lámparas de la arquitectura”[11], “Arquitectura: forma, espacio y orden”[12], Tendencias de la arquitectura contemporánea”[13] y “Teoría de la arquitectura”[14], podemos señalar que los teóricos no plantean la lectura de los edificios a partir de los componentes básicos de la arquitectura, sino que han favorecido lecturas parciales. Por mencionar algunos casos tenemos que Sigfried Giedion y Bruno Zevi leyeron el espacio, Bjorn Sandaker la estructura, John Ruskin el ornato, Francis D. K. Ching la forma, Jan Cedka el estilo y José Villagrán García la función. En excepción se han leído binomios como la forma y el espacio por Paul Frankl[15].
Actualmente éstas tendencias de lectura y clasificación según un solo componente, están siendo rebasas por propuestas innovadoras que parten del principio que todos los edificios pueden leerse arquiculturalmente y ser clasificados según sus atributos, exploración que favorece enormemente al entendimiento de la arquitectura a profundidad.
La lectura arquicultural es uno de los métodos más didácticos para la enseñanza de la disciplina y pretender ser el más eficaz, pues sitúa al interesado en diálogo directo con el edificio, sin intermediarios. En ésta la línea de análisis del edificio como documento, vemos la prioridad de construir un listado inicial de consideraciones básicas para la lectura de lo islámico, éstas consideraciones son una aportación al estudio de la arquitectura regional, pues marcan la pauta para construir las subsecuentes listas de los diversos marcos culturales que determinan la arquitectura norestense entre los que se encuentran el franciscano, sefardí, castellano, entre otros.
La hipótesis principal de lectura argumenta que el islamismo regional suaviza y poetiza la arquitectura norestense, entrando en un juego de contrarios con lo castellano, lo sefardí y lo franciscano, ofreciendo un tratamiento expresionista que contrasta con la austeridad, la fortaleza y el espíritu eclesial de los edificios construidos, dicha manifestación está implícita en su materialidad y puede ser develada y apreciada por medio de la lectura del objeto-documento.
Este listado pretender explorar y entender la arquitectura regional. Fue obtenido mediante el análisis de una parcialidad de los edificios de Monterrey ubicados dentro del primer cuadro y zonas contiguas al área más antigua de la ciudad. El enfoque teórico y académico tiene como punto de partida una línea de investigación original inscrita en el postgrado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Esta línea está expuesta en las publicaciones del Dr. Armando Vicente Flores Salazar[16]. Señala principalmente que la cultura es la determinante principal de las características del objeto arquitectónico, así pues los marcos culturales de una ciudad juegan un papel muy importante para entender la configuración de los edificios que se producen.
PARA LEER LO ISLÁMICO EN LA ARQUITECTURA HAY QUE TOMAR EN CUENTA QUE:
La arquitectura tiene seis componentes básicos que pueden ser configurados por una directriz islámica. Los materiales o tangibles son el ornato, la estructura y la forma, los inmateriales o intangibles son el estilo, el espacio y la función. Este planteamiento generado por el Dr. Armando Vicente Flores Salazar es utilizado para clasificar los elementos de origen islámico buscados en los edificios regiomontanos. Así, se encontraron elementos ornamentales, estructurales, formales, espaciales y funcionales.
La arquitectura es un objeto cultural. En cualquier objeto arquitectónico se pueden leer tres aspectos, asociados a lo físico, lo histórico y lo psicológico.
Los objetos culturales están determinados por el grupo que los produce. En Monterrey al marco regional lo forman los teules chichimecas, los nahuas tlaxcaltecas, los españoles y los africanos del Congo. De la diversidad del marco español, se distingue el grupo o submarco morisco. Esta presencia será el punto de partida para el análisis posterior de todos los demás marcos y sub-marcos que actúan en la ciudad.
La arquitectura de Monterrey tiene una configuración determinada por el marco regional. La ciudad fue fundada en 1596, con disposiciones de las Leyes de Indias. Desde entonces, los componentes básicos han sido explorados con materiales como ramas, lodo, palos, adobe, sillar, madera, vidrio, concreto, aluminio, ladrillo, tablaroca, mármol; en chozas, tejabanes, casas, iglesias, conventos, hospitales, cárceles, palacios de gobierno, fábricas, bancos, hoteles, estaciones de ferrocarril, casinos, escuelas, aeropuertos, museos, corporativos.
La arquitectura es un componente más de la cultura islámica. La propuesta desde la antropología filosófica de Ernst Cassirer, menciona además otros componentes culturales: la historia, la religión, el arte, el lenguaje, entre otros. Se mencionó a la periferia de la península arábiga en el continente asiático como el lugar de aparición de las tribus árabes preislámicas, nómadas o sedentarias. Su sistema familiar era patriarcal en la mayoría de los casos y tenían varias esposas, así fue que la unión sanguínea era lo más importante. La economía era basada en los metales, oro, cobre, piedras preciosas y la ciudad de La Meca era de gran importancia por ser centro de abastecimiento para las caravanas. El Islam como religión propició la culminación de la gestación de la Arabia en un Estado, dando origen a los califatos y a la expansión musulmana. La influencia del Islam en las artes árabes fue decisiva, sus expresiones artísticas tuvieron entre sus principales características la tendencia anicónica, la geometría, la utilización de arabescos y el horror vacui.
La arquitectura islámica comienza a partir de la religión islámica. Se caracterizo por seguir tradiciones grecolatinas, sasánidas y bizantinas, donde la mayor demanda de edificios obedeció al género religioso, originando la mezquita, que fue punto de partida para todas las demás edificaciones. Los géneros civil y militar se derivaron del religioso, por lo que se desarrollaron con la influencia religiosa del Islam.
Los componentes básicos en la arquitectura islámica presentan un manejo singular. Los componentes materiales como la estructura, se derivan de adecuaciones de los sistemas constructivos que ya se dominaban, y cuyos elementos fueron el arco de medio punto, de herradura y apuntado, la cúpula sobre tambor de planta cuadrada y la columna de fuste y capitel de distintos ordenes; sus materiales fueron piedra, ladrillo, conglomerados con cal, madera y yeso. El ornato tiene cuatro tipos, el caligráfico, el vegetal, el geométrico y el figurativo, es complejo pero basado en formas simples, principalmente caracterizado por el horror vacui. Los recubrimientos fueron de azulejo, estuco, madera, mármol, piedra; los colores principales rojo, amarillo y dorado. La forma en la arquitectura islámica fue dada por polígonos básicos, con inclusiones, supresiones y rupturas, la simetría esta presente dentro de las composiciones y tradicionalmente se enfatizó la lectura exterior de la forma, que después varió hacia una yuxtaposición de polígonos, dando lugar a la asimetría y la disposición laberíntica. En cuanto a los componentes inmateriales se observa que el espacio es singular, pues esta manejado con regularidad por sus disposiciones formales cúbicas. En ocasiones se yuxtaponen espacios creando una organización laberíntica y en otras se organizan concéntricamente, referenciando el manejo de la forma que se describió anteriormente. La función estuvo regida por la nueva religión, trasminando sus efectos a la mayoría de los edificios que se construyeron, pues las disposiciones del Corán promovieron necesidades como la de lavarse antes de orar, dando origen a fuentes de abluciones. Además en la arquitectura militar fue prioritario dar poca orientación a los usuarios, así que se construyeron pasadizos como elementos de seguridad.
Los géneros arquitectónicos más importantes del estilo islámico son: el religioso, el civil y el militar. La mezquita es el edificio más destacado del género religioso, y su influencia se transmite a los otros dos géneros, la mezquita de Córdoba comenzada en el siglo VIII, engloba en su materialidad, algunos elementos que fueron reconocidos en Monterrey, como el alfiz, el aparejo bicromático de las dovelas de los arcos, la celosía y los recubrimientos con azulejo. El palacio real es el edificio más importante del género civil. Dos ejemplos destacados son el Real alcázar de Sevilla y el palacio nazarí de la Alhambra de Granada. En los dos edificios, encontramos los siguientes elementos: celosías, ajimeces, arcos polilobulados y azulejos. La alcazaba es el edificio más importante del género militar. La alcazaba de la Alhambra de Granada, es un ejemplo de este género, donde se distinguen la utilización de elementos como el aljibe, el arco de herradura, fuentes y azulejos.
La arquitectura mudéjar es la influencia estilística más directa que se transmitió a la Nueva España. Este fenómeno arquitectónico se sucedió en España en el siglo XVI, por mano de obra musulmana en las regiones reconquistadas por los españoles. Los materiales característicos son: el ladrillo, la cerámica, el yeso; los elementos arquitectónicos procedentes del estilo islámico fueron el arcaduz, el ajimez, el alfiz, el arabesco, la celosía, la teja y el aparejo bicromático.
En la arquitectura mudéjar los oficios como la herrería, la carpintería y la albañilería, tienen un momento de esplendor por la destreza de los ejecutantes musulmanes. El dominio de la carpintería permitió resolver estructuralmente techos con armaduras y artesonados, que incluso se utilizaron posteriormente en el Renacimiento.
La ciudad de Toledo en España es un caso que ejemplifica el estilo mudéjar. Sus edificios cuentan con los elementos mencionados anteriormente. Dentro de los edificios más destacados se encuentran la estación de ferrocarril, la mezquita de Cristo de la luz y la puerta del Sol.
La cultura islámica ha influenciado a la arquitectura, desde su origen en Arabia hasta hoy en ciudades como Monterrey. La evolución cronológica de los hechos que han sucedido alrededor de esta cultura, han sucedido tanto en oriente como en occidente, en Arabia, España y América.
Durante la colonia las preferencias y gustos de los nuevos habitantes de la región estuvieron determinados por su cultura europea matizada en gran medida por lo islámico. En los inicios de la sociedad regiomontana fueron hombres y mujeres quienes en su cotidiano acontecer trasminaron gustos, costumbres, tradiciones y sueños.
Los arabismos presentes en el idioma español evidencian la presencia de la cultura islámica transmitida desde la sociedad colonial. El español tiene más de 60,000 palabras con origen árabe. En el acta de fundación de la ciudad de Monterrey se encuentran palabras como celo y agua, además de utilizarse números arábigos. En el vocabulario arquitectónico son de origen árabe las siguientes palabras: azotea, ajimez, tabique, acequia, alcantarilla, aljibe, alberca, azul, marfil, sofá, alfombra, adobe, aldaba, arabesco, arcaduz, mezquita, mudéjar, fuente, agua, tejas, pretil, alero, celosía, jardín entre otras.
La presencia islámica en la arquitectura de Monterrey se puede encontrar en el estilo plateresco colonial, en el neocolonial y en el colonial californiano. Si bien se han hecho estudios con aproximaciones a diversos objetos arquitectónicos de Monterrey, la clasificación de los mismos en estilos o períodos de realización, ha delegado una interpretación que aquí se abordó: la posibilidad de encontrar como común denominador al grupo cultural que proyecta, construye y habita los objetos arquitectónicos, siendo esta presencia determinante en la configuración de los mismos.
En los componentes básicos de la arquitectura regiomontana se utilizan elementos de origen islámico. En la estructura los arcos polilobulados, en la forma las figuras geométricas, con simetría, asimetría o yuxtaposición, en el ornato las ajaracas, alfices, aparejos bicromáticos, azulejos, en la función las celosías, herrería, ajimeces, en el espacio el manejo de la luz, la utilización del agua y la vegetación.
Hay una nómina importante de elementos con origen islámico que operan en la ciudad. Todos ellos fueron determinados por el sub-marco morisco, heredado de la conquista española. La utilización particular de cada uno de estos elementos y su localización en la ciudad, son detectables mediante lectura arquitecultural. La Escuela Superior de Música y Danza Carmen Romano es un ejemplo destacado en la ciudad de la configuración de lo islámico.
Algunos de estos elementos son más utilizados que otros, por ejemplo el caso del azulejo. Este material se utiliza en la actualidad en el interior de los edificios, por sus ventajas estéticas, de durabilidad, e impermeabilización, marcando una diferencia con su aplicación anterior en las fachadas de los objetos arquitectónicos.
Algunos de estos elementos como la ajaraca, son petrificaciones de los textiles utilizados en los edificios. De cortinas, tapetes, mantos. Se observa que es frecuente que el piso en los edificios sea trabajado como un tapete, aún y cuando son hechos con mármol o piso cerámico.
Actualmente la celosía es el elemento arquitectónico con influencia islámica más utilizado por sus ventajas funcionales. En un edificio contemporáneo este elemento es trabajado con frecuencia, en diversos materiales como bloques de concreto industrializados, ladrillo, acero, madera y en todos los géneros arquitectónicos, desde fábricas, hoteles, oficinas, iglesias, escuelas y casas habitación.
Los elementos arquitectónicos de origen islámico amplían las posibilidades de exploración y configuración de la arquitectura académica y vernácula. Se pretende incentivar a explorar nuevas propuestas con los elementos analizados. Un ejemplo de su utilización se encuentra en la casa habitación de la familia Maldonado, ubicada en la colonia Bosques de la Pastora, en su diseño se incluyeron celosías de ladrillo y tapetes petrificados de mármol.
Conclusión
Mi aprendizaje de la arquitectura comenzó basándose en una actitud academista, me maravillaba el urbanismo de las ciudades europeas o americanas contemporáneas, tecnológicas, progresistas, pero no me detenía a observar la austera configuración horizontal de Monterrey. Como alumna de Licenciatura, en la mayoría de las ocasiones estudie edificios ajenos que no conocía como el Partenón. Desde luego no alcanzaba a comprender a profundidad éstas propuestas arquitectónicas. Hoy, los edificios habitados y conocidos, como la casa, son los que más posibilidades de aprendizaje me brindan, ahora los objetos de investigación cambiaron y el resultado es alentador.
Desarrollar una mirada crítica, menos aduladora de lo ajeno y más autodidacta y pro regionalista, inicia la comprensión de la arquitectura con objetos de estudio, accesibles y cotidianos, para posteriormente analizar edificios ajenos y entender maneras de construir y de habitar diferentes a la nuestra. El hombre como productor de edificios les transfiere sus aspiraciones ocultas, mitos, tradiciones y valores.
La lectura de lo islámico devela las manifestaciones del sub-marco morisco en la región, ampliando las posibilidades de comprensión de la arquitectura norestense: la ajaraca, el ajimez, el alfiz, el aparejo bicromático, el arco polilobulado y de herradura, el azulejo, la celosía, la herrería, entre otros, son referentes arquitectonicos para nosotros.
La invitación para los estudiantes de arquitectura es desarrollar una postura que les permita acceder al universo arquitectónico de una forma autodidacta. Así que mi conclusión general es seguir estudiando las otras presencias culturales en los edificios desde los enfoques físico, histórico y psicológico.
[1] Que ha tenido como productos la tesis de maestria “Presencia islámica en la arquitectura de Monterrey”, para obtener el grado por la Univesidad Autónoma de Nuevo León.
[2] De la Agencia para la Planeacion del Desarrollo Urbano, en la segunda mitad del año 2005 y el 2006
[3] Se puso en practica una parte del Modelo para la clasificación de la arquitectura a partir de sus componentes básicos desarrollado en la tesis doctoral de Diana Isabel Maldonado Flores, presentada para obtener el grado por la Universidad Nacional Autónoma de México. Se señalan el o los componentes que predominan en el objeto, así se puede mencionar que un edificio es formalista, estructuralista, ornatista, espacialista, funcionalista o estilista.
[4] Bruno Zevi. Architectura in nuce: una definición de arquitectura. Aguilar, S. A. de ediciones. Madrid, España, 1969.
[5] Amos Rapoport. Vivienda y cultura. Colección Arquitectura y Crítica. Editorial Gustavo Gili. Barcelona, España, 1972, p. 11.
[6] Robert Venturi; Denise Scott Brownn; Steven Izenour. Aprendiendo de las Vegas: El simbolismo olvidado de la forma arquitectónica. Editorial Gustavo Gili, S. A. Barcelona, España, 1978, p.p. 23-28.
[7] ArmandoV. Flores Salazar. Arquicultura. Universidad Autónoma de Nuevo León. Monterrey, N. L., 2001.
[8] Sigfred Giedion. La arquitectura fenómeno de transición: las tres edades del espacio en arquitectura. Editorial Gustavo Gili. Barcelona, España, 1969.
[9] Bjorn Sandaker; Petter E. Arne. The structural basis of architecture. Watson-Guptill Publications. New York, USA, 1992.
[10] Bruno Zevi. Saber ver la arquitectura: ensayo sobre la interpretación espacial de la arquitectura. Cuarta edición. Editorial Poseidón. Buenos Aires, Argentina, 1963.
[11] John Ruskin. Las siete lámparas de la arquitectura. Segunda edición. Librería “El Ateneo” editorial. Buenos Aires, Argentina, 1956.
[12] Francis D. K. Ching. Arquitectura: forma, espacio y orden. Editorial Gustavo Gili, S, A. Barcelona, España, 1991.
[13] Jan Cejka. Tendencias de la arquitectura contemporánea. Editorial Gustavo Gili, S. A. Barcelona, España, 1999.
[14] José Villagrán García. Teoría de la arquitectura. UNAM. México, D. F., 1989.
[15] Paul Theodore Frankl. Principios fundamentales de la historia de la arquitectura: el desarrollo de la arquitectura europea 1420 – 1900. Colección GG Arte. Editorial Gustavo Gili. Barcelona, España, 1981.
[16] La trilogía la componen los textos Calicanto, Arquicultura, Ornamentaría y Memorial, editados por la UANL.
ESCUELA NORTEÑA LIBRE DE ARQUITECTURA
Hace 10 años.
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