miércoles, 16 de diciembre de 2009

LA ARQUITECTURA COMO EL AMOR ES FRUSTRANTE

Mi casa de la infancia era blanca y en esquina. En ella había un roperito de madera en donde mis padres guardaban cosas que apreciaban. Los dos tomos de los cuentos completos de Edgar Allan Poe fueron los primeros libros que me llamaron la atención de entre sus pertenencias del ropero. Me acuerdo de cómo era y sonaba el cerrojo que los resguardaba. Leí los índices de ambos y el que me entusiasmo más me acompañó a mi primer viaje fuera del país, a visitar a Laura, creo. Perdí el libro en mi travesía, sin que comenzara a leerlo, así que mi iniciación como lectora fueron los cuentos que no me entusiasmaban de Poe. Desde entonces me acompaña la literatura. Le conté a Omar esta historia mientras hacíamos planos en la tarde. Me di cuenta de que he sido más feliz con un libro que con un edificio. Antes me era completamente inconsciente, pero hoy les digo que siempre he sido escritora. La diferencia entre la literatura y la arquitectura es la frustración, en una hay ocasiones en las que no puedes hacer nada aunque quieras. La literatura entonces es mi posibilidad de hacer lo que quiera, de hacer cosas imposibles. Un día de estos que venia circulando por Morones Prieto, de oriente a poniente, tomé el paso a desnivel de Félix U. Gómez y se me vino una idea. Resulta además que para combatir la frustración también quiero hacer lo imposible en la arquitectura.

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