martes, 16 de octubre de 2012

TREINTA Y SIETE


Hoy ha sido un lunes casero. Desperté casi a las once. Me desvelé leyendo a Robert Venturi con el sonido de la lluvia. Soñé y no me acuerdo. Me duele el hombro izquierdo. No me he bañado. Tiré una parte de mi pasado a la basura. Hay una llamada perdida en mi celular para confirmar si lo tomaste bien, tal vez nos encontremos en estos días. Estoy haciendo lugar en mi casa: Prometeo va a abrir la caja de Pandora. Comí caldo de res que hice ayer. Cocí unos betabeles. Leí poemas de Houellebecq. Tomé una siesta de horas. Pensé ir a la Feria del Libro, desistí. Oí Interpol [regalo por mis 35, ando festiva] a todo volumen cuando atardeció. Cambié las cosas de lugar. Rebusqué algunos libros. Regué las plantas del balcón. Me conmoví recordando un ensayo de Vila-Matas sobre la novela de Tristam Shandy [ojalá que alguien me regale la traducción que hizo Javier Marías]. Tomé agua. Acomodé el tapete rojo recién lavado. Me mecí en la hamaca apaciblemente. Hablé con mis hermanas por teléfono. Limpié mi escritorio. Fui al doctor. Me tomé el jarabe. Estoy viendo pasar gente por la ventana. Voy a poner otro álbum. El último día del año es difícil. Voy a pulir los poemas efervescentes. La celebración empieza: escribiendo, así lograré transitar. Este párrafo es mi autoregalo, la guitarra será después [todavía no alcanzo el nivel]. El deseo que tuve hace 365 días, se cumplirá. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario