jueves, 17 de marzo de 2011

LAS CATÁSTROFES

[Angles de The Strokes de música de fondo.]

El reloj casi marcaba las 7 de la mañana y yo leía la última página de 1984 que escribió George Orwell. Me siento incómoda. Dos días sin internet tuvieron que sucederse para que concluyera la novela. Me ha dejado en la fatalidad. Y creo que en la mejor atmósfera para seguir con 1Q84 de Haruki Murakami: en una atmósfera de la catástrofe. Ya estoy imaginándome lo que vendrá.

Leí De qué hablo cuando hablo de correr hace unas semanas y me llevó a comenzar La Caza del Carnero Salvaje, interesante el inicio, pero creo que lo aplazaré un poco para acomodar 1Q84, ahora que Japón transcurre en un desastre nuclear, húmedo y telúrico.

Estoy seca e inmóvil, pero soy afectada por un montón de acontecimientos que se suceden en mi vida día a día. Las palabras fluyen en mi cabeza como autos arrasados por olas: ‘El mundo del odio existe hoy’, ‘Orwell ya lo delineó con su pluma’, ‘Lo humano está siendo exterminado por los humanos’, ‘Instrucciones de uso para el cuello’, ‘En el fondo todos somos culpables de las balas perdidas’.

Adentro de mí no hay catástrofes, estoy en nubes. No sabemos nunca nada. Hasta que alguien nos hace saberlo todo. Un hombre sensible y una mujer sensible caminando. Todo es lo demás.

Es la leve esperanza que muy a lo lejos me arma una fiesta.

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