martes, 23 de diciembre de 2008

PACIENCIA

Ayer mientras intentaba pasar la fría tarde de dos grados, leí en un subtitulo de la película África Mía que las mujeres tenemos que demostrar paciencia, lo pensaba Tanne mientras Denys se alejaba.
Yo soy paciente. Espero y espero sin desespero las cosas importantes para mi. Espero que pase el frió, que llegue la mañana, que empiecen las vacaciones, espero tener tiempo (sea lo que esto signifique), espero ser escritora, espero sorprenderme por alguien. Cada segundo que pasa es camino recorrido. Algunos viajeros mentales como yo, esperan contar sus historias inventadas alrededor del fuego, ya nos llegara el momento.
Mi camino ayer se cruzó con Isak Dinesen y también con Jean-Marie Gustave Le Clézio. Comencé a leer Urania (Ourania, Ed. El cuenco de plata, Buenos Aires, 2008). Lo que sé de este Doctor en Letras es que escribió sobre México y ha dicho que su único país es la lengua francesa, en la que escribe, también espere para empezar a leerlo y ya estoy en eso.
No sabemos ni el día, ni la hora, solo los pacientes nos enteramos. Para los que me esperan, mi aliento, empiezo el viaje donde quiero ver la tierra, las personas y la vida fuera de mi.

En el camino de espera,

domingo, 14 de diciembre de 2008

QUE ALGUIEN NOS DE CUERDA

En el verano pasado Lenoir & Asociados recibió el encargo de la Universidad de Monterrey para colaborar con Tadao Ando Architect and Associates en el proyecto del Centro Roberto Garza Sada nombrado Gate of Creation. Vicente lidera desde entonces nuestro equipo de trabajo y tenia que volar a Japón en agosto. Una noche en la víspera del viaje decidí darle un libro para que leyera durante las horas que estuviera en el avión, hice una búsqueda en el web site de Gandhi ingresando la palabra Tokio y obtuve entre los resultados la novela Tokio Blues (Norwegian Wood) del japonés Haruki Murakami.
Oscar me acompañó la tarde siguiente a la librería y se molestó conmigo cuando leyó la contraportada: “Mientras aterriza en un aeropuerto europeo, Toru Watanabe escucha una vieja canción de los Beatles que le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de los años setenta. Recuerda entonces con melancolía a la misteriosa Naoko, la novia de su mejor amigo de la adolescencia. El suicidio de éste les distanció durante un año, hasta que se reencontraron e iniciaron una relación íntima…”. Argumentó que la historia se parecía a la novela El Búfalo de la Noche de Guillermo Arriaga y que no tuve intenciones de regalársela a él, pero me acompañó al Cubo a entregarla. Antes de esto no conocía a este escritor, por lo que decidí que iba a leer otra de sus novelas que había llamado mi atención. Solo sabía que nació en Kioto en 1949 y que vende mucho, lo que me provocó desconfianza, considerando que la mejor vendedora inglesa es J. K. Rowling o su equivalente Stephenie Meyer en Norteamérica y definitivamente buscaba algo más intimo.
Mi visita a Chihuahua a finales de septiembre me dió motivo para llevarle la novela a Oscar, pues sustituí con ella el agotado Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. Yo había terminado de leer Al sur de la frontera, al oeste del Sol y Murakami logró lanzarme al desconcierto con su devastador final y hacerme miserable. Después leí en el periódico español El País que este japonés acepta que busca el desconcierto de sus lectores y conmigo fue voraz, o ¿es que yo quiero que me desconcierten? En fin, resulta que Oscar lee en cuatro días la novela y no para de decirme que la lea ya, mientras, yo estaba inmersa en la apatía hacia el autor. Aún así y como escasamente desatiendo sus recomendaciones, compré por tercera vez el libro y lo tuve en la mesa de noche hasta que lo comencé una mañana de octubre en la que no pude avanzar más allá de la página 23 y que sucesivamente estuve abordando con desgano.
El protagonista de la novela Toru Watanabe los domingos no se da cuerda. Yo tampoco. Pero el domingo 30 de noviembre no fue un domingo regular. A las once de la noche del sábado anterior estaba acostada leyendo Tokio Blues cuando me quedé dormida en la pagina 184. Desperté al día siguiente a las 6:50 de la mañana, prendí la lámpara y retome la lectura que termine alrededor de las 11:30 en la pagina 381. Descubrí que a Murakami se le puede leer sin parar, solo interrumpí la lectura para bajar a desayunar.
Otra novela que me dejó en inmensa desolación. No se que pasa con los japoneses que están tan vacíos. ¿O todos estamos vacíos y los mexicanos lo demostramos diferente? La realidad es que se suicidan y de maneras diversas como el personaje de Kizuki que a sus 17 años "conecto una manguera al tubo de escape de su N-360, sello los resquicios de las ventanillas con cinta adhesiva y puso en marcha el motor" o por hara-kiri como el escritor Yukio Mishima a sus 45 años.
El suicidio tiene formas rituales en Japón, la muerte es considerada una manera de preservar el honor y una consecuencia a las acciones que cada uno toma. Pero en la novela de Murakami entendí el suicidio como la forma de librarse de uno mismo. Hay frases que son muy duras para que las piense un joven de 19 como "a mi, en realidad, no se me había ocurrido ser nada" o "buscaba las palabras en el vació" que son señales de una interioridad difícil de compartir. ¿Cuándo nos bastara solo ser para sorprendernos los unos a los otros?
Estoy en proceso de intimidad con este escritor, quien no termina por engancharme del todo, pero que empiezo a apreciar con cautela. Y lo que pasa, es que yo ahorita lo que necesito es justo que alguien me de cuerda, por lo visto dos japoneses están dispuestos.
Foto de portada de Leslie Williamson.

lunes, 8 de diciembre de 2008

LUIS ALBERTO SPINETTA

Arbol
Hoja
Salto
Luz
Aproximacion
Mueble
Lana
Gusto
Pie
Te
Mar
Gas
Mirada
Nube
Loba
Dedo
Cal
Gesticulador
Hijo
Cama
Menta
Sien
Rey
Fin
Sol
Amigo
Cruz
Alga
Dado
Cielo
Riel
Estalactita
Mirador
Corazon
Hombre
Rayo
Felpa
Sed
Extremidad
Insolacion
Parecer
Clavo
Coito
Dios
Temor
Mujer
Por
"Por" del album Artaud (1973)

viernes, 5 de diciembre de 2008

VICKY CRISTINA BARCELONA


Woody Allen tiene una sensibilidad que encuentro muy cercana. Su película Vicky Cristina Barcelona me lleno algunas ansias y me vació penas de amor que estoy transitando. Me dejo nerviosa, enfrentándome con mis estados de animo desbordados durante el regreso a mi casa en auto. La vida es tan corta y a veces tan aburrida que, porque no aceptar todo lo que siento? Si, a veces quiero solamente que estemos tu y yo de frente.
Se las recomiendo sobre todo para acercarse a este señor de 72 inseguro, caótico e irónico.
Desde aquí donde estoy, penélope

jueves, 4 de diciembre de 2008

EN MAR ABIERTO

Un jueves ordinario como todos los que vivimos se transforma. Hoy me hablaste atento durante horas. La copa con vino que me serví llegando a mi casa intenta aturdirme, pero la perturbación me llegaría de golpe si dejáramos la espera en un costado. Dices que nos tenemos que ver con hambre, que no busque cantidad, que me quieres y siempre estas para mi, que basta que te lo pida, pero nunca, nunca coincidimos mas desde aquellos momentos clandestinos en los que yo no podía quitarte los ojos de encima, ni las manos, ni la mente, cuando jugabas con mi impaciencia y conmigo, al preguntarme porque siempre me reía y lo mucho que te gustaba verme. Me retabas. Me sentabas de noche en el cordón de la banqueta a esperar que viniera el autobús que me alejaría de ti después de pasarme la tarde en tu departamento dejando que me vieras con miradas nuevas y contandome historias. Esos recorridos eran un viaje poético. Yo iba sola, recargada en la ventana soñando contigo, todos subían y bajaban, hablaban, y yo pensaba en ti, en lo que me entregabas, en lo que me decías y en lo que sentía. Hoy recordaste cuando me compraste un disco para que me sintiera mejor y cuanto te importo. Yo te aceptaba, pero ahora que lo pienso era a medias. Oírte decirme que nunca saldrías de mi vida me reconfortaba y asustaba a la vez, te tenia un miedo inmenso porque hablabas de frente, con palabras que nadie me había dirigido y que en tu boca sonaban fuertes, invencibles. Hoy te dije que me interesas desde entonces, cuando aumentabas intencionalmente mi curiosidad, mi confusión y mi deseo. He pasado algunas veces por tu casa para sentirte cerca, me he estacionado en la acera bajo tu ventana iluminada, conformada con saber que sigues adelante. Tu me escribiste en la carta mas oportuna que me han dado que cualquiera se definiría por alguien como yo, y sabes, no he dejado que esto suceda...
Hoy apareciste, de repente. Como cada vez que lo haces, me moviste, me trastornaste con melancolía en medio de mi ordinaria y ridícula tristeza pasajera.
Porque no vienes hacia mi?
Voltea para acá, vamos afuera, penélope